Para Balltze
La primera vez que lo vi fue a fines del 2019, en una charla sobre memes. Me reí durante horas viendo su cara de perro, sentado de una manera extraña y con una frase mal escrita. Luego lo vi en otros memes, y cada uno me parecía mejor que el anterior, pero mis favoritos eran donde salía al lado de un perro musculoso (Doge, me enteré después) y Cheems, siempre decía o hacía algo tonto. El “perrito débil” le decíamos, porque aún no me aprendía su nombre, y me reía y reía.
A mediados del 2018, conocí a Max, un Beagle que se sentaba raro, que hacía tonterías y que todo el tiempo parecía estar a medio morir saltando: lo atacaban los gatos, las personas lo besaban todo el tiempo, se resbalaba, se pegaba, pero todo el tiempo tenía una buena actitud. No podía abrir una puerta, pero lo vi pelear con unos huskies más grandes y listos que él, no se podía subir a una silla solo, pero era capaz de hacerse entender. Max era increíblemente tonto y listo al mismo tiempo. Como el perrito de los memes, vivía con amsiedad, pero siempre con una sonrisa. Yo era feliz con mi familia, en la cual estaba Max, y viendo siempre los memes de Cheems, y en algún momento comencé a decirle al Capitán Maloliente, su otro nombre, que él era Cheems. Y me reía, me reía mucho.
Pero Max se fue un día de abril, mientras Cheems vencía a King Kong y a Godzilla, se hacía científico, conocía a Cheemscita, le ganaba a Doge, conocía a sus amigos, peleaba con Dark Cheems, y muchos memes fantásticos que hicieron que la pandemia fuera menos triste y aburrida. Pero ya no estaba Max y mi vida se fue desmoronando, hasta que, en otra mañana, estaba sentado en una banca de un parque, solo, recién divorciado, con el corazón roto en mil pedazos, sin trabajo, sin dinero, sin la mínima intención de seguir viviendo.
Sin la mínima intención de seguir viviendo, y sin ninguna alegría en la vida. Saqué mi teléfono para mandar un mensaje y avisarle a alguien, quien fuera, que iba a cumplir mi deseo no seguir viviendo. Pero al desbloquearlo, se abrió en Instagram, porque había estado revisando compulsivamente las redes de mi expareja, y me salió un meme de Cheems. Y sólo decía: Cheems is all you need. Y me reí, y ya no me quise morir, ya no me quise suicidar, porque todo lo que necesitaba era a Cheems.
Y me di cuenta: yo era Cheems, valiendo verga, pero con un bonk para madrearme a Godzilla y King Kong. Y yo era Max, todo tonto, pero siempre feliz, aunque no entendiera nada de la vida. Y todo lo que necesitaba era a Cheems; era aceptar que, sin importar nada, la vida es bien chimda, aunque esté culero vivir.